Apenas cuenta con un par de meses de existencia, pero las 35.000 solicitudes por hora que sus administradores se vieron obligados a gestionar en los primeros días de su lanzamiento no las esperaban ni el más optimista de sus creadores, un grupo de programadores y diseñadores estadounidenses. Ello, una nueva red social a la que únicamente se accede por invitación, está causando furor en el ciberespacio. ¿Aporta novedades? ¿Perdurará? ¿Por qué se la considera un fuerte rival de Facebook? En el presente post analizamos los pormenores de la red social de moda.
¿Qué tiene Ello que no tengan otras redes?
Está todavía en fase beta y en pleno desarrollo, por lo que aún es temprano para realizar un completo y exhaustivo review de esta nueva red social de Internet. Pero si nos atenemos a lo que Ello ofrece en este momento a sus ciberusuarios no topamos con un diseño minimalista y sobrio con grandes espacios en blanco, letras de pequeño formato y funcionalidades del tipo: seguidores, menciones, comentarios, emoticonos o hastags.
Es posible que ustedes hayan pensado, ¿pero si todo esto ya lo tienen otras redes sociales como Twitter o Facebook? Pues lo cierto es que no se equivocan y, además. las futuras novedades prometidas por Ello: integración de vídeo y audio, mensajería privada o aplicación para iOS y Android, tampoco aportan nada único o diferencial. Más bien suena a más de lo mismo.
En realidad, el valor añadido que promete Ello a sus contactos se encuentra en lo que NO tiene. NO hay publicidad, NO es necesario registrarse con en nombre real, NO se van a vender datos a terceros y NO hay restricciones en los contenidos. Y es que, aunque sin nombrarlo explícitamente, Ello ha conseguido proyectar, con gran eficacia y una magnífica campaña de marketing de efecto viral, una estudiada imagen de red anti-Facebook.
La estrategia de captación de usuarios por parte de Ello está muy clara, pretende aprovecharse de los escándalos de Facebook en cuanto a cambios en la política de privacidad y supuestas ventas de datos a terceros para atraer a los clientes descontentos o decepcionados con la red de redes, con el líder indiscutible hasta la fecha, el único sitio de Internet que puede presumir de tener 1.280 millones de usuarios activos.
¿Conseguirá mantener el éxito inicial?
Eso nadie lo puede saber a ciencia cierta. No son pocas las redes sociales que, tras un prometedor comienzo, han caído rápidamente en el olvido, y no es descartable que Ello se suma a la larga lista de frustrados aspirantes a desbancar a los gigantes del social media.
En cualquier caso, es una realidad que, pese a encontrarse en su génesis, en su etapa más embrionaria, Ello ha sabido asociarse con conceptos muy valorados por los usuarios como privacidad y libertad. No exige dar nombres y datos reales como Facebook y en sus contenidos admite de casi todo, hasta la pornografía (con ciertas restricciones, como imágenes de pederastia o masoquismo). Además, el sistema de invitaciones (que curiosamente se ofrecen y solicitan a través de sus grandes rivales: Facebook y Twitter) le da un aire de cierta exclusividad.
¿Cuál es su modelo de negocio?
Ello ha convertido la total ausencia de publicidad en el verdadero valor de su marca y en una garantía de privacidad y libertad. La nueva red ha vendido estupendamente la idea de que como no se nutren de anuncios, no necesitan para nada conocer datos de sus usuarios, por lo que éstos podrán, en todo momento, mantener el anonimato y su privacidad a buen recaudo.
El mensaje suena bien, aunque muchos sospechan que la red ofrecerá en el futuro servicios adicionales premium de pago, algo que puede volverse en su contra, pues la mayoría de usuarios no tienen costumbre, ni ganas, de que una red social les cueste dinero.
Es posible que la falta de elementos diferenciadores, más allá de la ausencia de publicidad, la libertad de contenidos y la posibilidad de mantener el anonimato, acabe delegando a Ello al olvido o al uso residual. No obstante, su exitoso inicio, aunque finalmente sea efímero, debería servir como toque de atención a las redes sociales clásicas más y afianzadas, generando la reflexión y el debate sobre si realmente están dando los servicios que precisan sus usuarios y, sobretodo, si las formas utilizadas y condiciones de uso exigidas son realmente las correctas.
